Cuando Roger Waters comenzó a trabajar en ‘The Wall’ (1978) ya empezaba a vivir la vida de una estrella de rock aislada. La última gira de la banda, hecha para el disco de ‘Animals’, de 1977, fue prácticamente una catástrofe, tal y como la veía Waters, con un público revoltoso y perturbador más preocupado por tirar petardos y hablar entre ellos que por escuchar al grupo en el escenario.
Las cosas se pusieron tan mal que Waters acabó escupiendo en la cara a un fan en un concierto. Así que cuando empezó a trabajar en la continuación de ‘Animals’, cada vez estaba más claro que no quería ser la estrella de rock sacrificada en la que se había convertido. Noche tras noche, durante la gira ‘In the Flesh’ de Floyd en 1977, Waters pudo continuar adelante imaginando que había un muro entre él y el público. Esta escapatoria se convirtió en el tema central del siguiente disco de la banda y que dio lugar a otro álbum conceptual: Éste trataba sobre el aislamiento, el abandono y las heridas que nunca cicatrizan, tanto mentales como físicas, infligidas durante la infancia. Y mucho más.
‘The Wall’ se terminó convirtiendo prácticamente en un proyecto de Waters. Del total de 26 canciones repartidas en las cuatro caras del álbum doble original, solo cuatro cuentan con créditos de coautoría: «Young Lust», «Comfortably Numb» y «Run Like Hell» (que se encuentran entre los temas más accesibles del álbum y cuenta con colaboraciones con el guitarrista David Gilmour, que también lleva la voz principal en dos de ellos), y «The Trial», que da créditos al coproductor Bob Ezrin. Todo lo demás – la letra, la música y la historia – es de Waters.
Y vaya historia la de ‘The Wall’. La estrella del rock Pink (basada en Waters, con un poco de Syd Barrett) perdió a su padre en la Segunda Guerra Mundial y fue criado por su asfixiante y sobreprotectora madre. Sus años escolares fueron un auténtico infierno, plagado de palizas y torturas emocionales. Cuando se convierte en una gran estrella, ya se ha establecido una vida de consumo desenfrenado de drogas, desconfianza y aislamiento. Su colapso total se traduce en un colapso sobre el escenario y, finalmente, en el derribo del muro protector que construyó a su alrededor.
Después de explorar temas similares en sus tres álbumes anteriores (‘Animals’, ‘Wish You Were Here’, de 1975, y ‘The Dark Side of the Moon’, de 1973), Pink Floyd se lanzó a por todas en ‘The Wall’. Se puede oír en la voz de Waters, que se nota llena de dolor e ira. Se puede oír también en la música, que cambia del rock más agresivo a una serie de gritos nocturnos apenas susurrados y a las canciones que contienen coros de niños que desmantelan todo el sistema educativo.
Y también en la letra, se aprecia que es el proyecto más personal de Waters. Hay toda una vida de dolor y rabia.
Entre bastidores, Waters se hizo con el control del proyecto, lo que dio como resultado que la ya dañada y fracturada relación con sus compañeros de banda fuera a más durante el proceso. Los cuatro miembros rara vez estaban juntos en el estudio. Y al final de las sesiones de grabación, que duraron varios meses, el teclista Richard Wright estaba fuera de la banda (aunque más tarde fue contratado como músico de gira cuando Pink Floyd dio un puñado de conciertos en apoyo del álbum).
Pero honestamente, nada de esto importó mucho a los fans. Cuando ‘The Wall’ salió a la venta a finales de noviembre de 1979, se disparó de manera casi inmediata a la cima de la lista de éxitos, permaneciendo en el número 1 durante 15 semanas, la racha más larga de su carrera (técnicamente, ‘The Dark Side of the Moon’ lo ha superado, pero como ‘The Wall’ era un álbum doble, sus dos discos cuentan para las ventas de platino, por lo que ha vendido 23 millones de copias frente a los 15 millones de Moon). También dio a la banda su único sencillo número 1, «Another Brick in the Wall Part II», que se mantuvo en la cima de la lista durante cuatro semanas.
Debido a la envergadura de la producción (a la que se sumaba la construcción de un gigantesco muro en el escenario cada noche), así como a la aversión de Waters de volver a la carretera, la gira de apoyo al álbum se limitó a unas pocas ciudades, entre ellas Los Ángeles y Londres. En 1982, se estrenó una versión cinematográfica de la narración del álbum protagonizada por el líder de Boomtown Rats, Bob Geldof, en el papel de Pink.
En 1983, Pink Floyd publicó ‘The Final Cut’, una especie de secuela de ‘The Wall’ que era más o menos un álbum de Waters en solitario. Al cabo de dos años, Waters se marchó de la banda para siempre. Y los miembros restantes de Pink Floyd – Gilmour, el batería Nick Mason y un Wright que acababa de volver – siguieron adelante pero sin su chispa creativa. El propio Waters revivió ‘The Wall’ como una gira en solitario en 2010, después de una única puesta en escena en el lugar de la caída del Muro de Berlín en 1990.
A pesar de su enorme prestigio cuando se publicó en 1979, el legado del álbum ha seguido creciendo. Sigue siendo uno de los mejores y más completos álbumes conceptuales del rock. Al final, sin embargo, al igual que el muro que el personaje de Waters construyó ladrillo a ladrillo, ‘The Wall’ supuso uno de los últimos ladrillos que terminó de construir el muro entre Waters y sus compañeros de banda. Y efectivamente puso fin a una de las bandas más atrevidas del rock. Pero a cambio, Pink Floyd entregó una obra de impresionante intimidad y profundidad. Todos estos años después, nadie se ha acercado si quiera a hacer algo parecido.